Es evidente que los directivos trabajan con palabras… pero ¿pueden trabajar con silencio? Cuando era CEO de Amazon, Jeff Bezos eliminó las presentaciones de PowerPoint de las reuniones e introdujo 30 minutos de silencio al inicio de cada reunión. Calificó este cambio radical como “la cosa más inteligente que hemos hecho jamás” en el gigante de la distribución en línea. En una línea similar, Diane Greene, ex directora ejecutiva de Google Cloud, explica que “un tiempo de tranquilidad es esencial para pensar con claridad y aumentar las posibilidades de hacer las preguntas correctas”.

Esto puede resultar sorprendente en el ajetreado mundo actual, porque a menudo se pasa por alto la tranquilidad en el lugar de trabajo. En 2022, más del 50% de los trabajadores informaron que les molestaba el ruido en el trabajo, una cifra que ha cambiado poco en los últimos años.

Y, sin embargo, el silencio puede ser un formidable motor de rendimiento…

90 minutos perdidos al día

Si bien existen otros tipos de silencio, como la comunicación no verbal o la retención de información, que han sido ampliamente estudiados en el ámbito de la gestión, a nosotros nos interesa el entorno laboral y la práctica intencionada del silencio por parte de individuos, grupos y organizaciones. . Estas situaciones han sido objeto de muy poca investigación. Por otro lado, los estudios muestran claramente la considerable pérdida de tiempo asociada al ruido y a la ausencia de silencio en el lugar de trabajo (casi 90 minutos diarios por empleado).

Ollie Campbell, director general y cofundador de Milanote, una empresa de software australiana, ha calculado, por ejemplo, que introducir momentos de calma aumentaba la productividad de la empresa en un 23%. Un estudio sobre cómo motivar a los demás también demostró que permanecer callado y en silencio puede ser mucho más eficaz que las palabras de aliento.

Como el tiempo perdido debido al ruido es difícil de cuantificar, sigue desatendido y constituye un coste oculto. Sin embargo, tiene un impacto significativo en el desempeño individual y organizacional, sin mencionar sus efectos potenciales en cuestiones importantes como el ausentismo, la calidad de vida laboral y la salud de los empleados.

Por tanto, la cuestión del silencio en el lugar de trabajo es muy pertinente. El silencio puede tener una serie de beneficios indirectos, empezando por aumentar el atractivo y la lealtad de los empleados. ¿Cuántos empleados se esperan?

que producen carne, ¡paradójicamente! – ¿Sujetos a situaciones ruidosas que les dificultan concentrarse, prestar atención y analizar, reduciendo así su productividad?

organizar el silencio

Por supuesto, controlar el silencio en el lugar de trabajo no es una tarea fácil. Para iniciar un proceso en el que se reconozca y valore el lugar del silencio, proponemos a los directivos las siguientes dos recomendaciones, basadas en nuestro estudio publicado en la revista Industrial & Organizational Psychology.

1. En primer lugar, dar valor al silencio previendo explícitamente momentos y espacios de silencio en el espacio de trabajo: la disposición de los espacios puede dedicar zonas al silencio, donde el ruido no tiene cabida. Del mismo modo, se pueden reservar períodos de silencio al inicio de las reuniones, siguiendo el ejemplo del método de Jeff Bezos, o intercalarlos durante los debates.

2. El siguiente paso es permitirse a uno mismo –y a los demás– momentos de desconexión total en la naturaleza, o incluso retiros silenciosos. A primera vista esto puede parecer sorprendente, pero los efectos de estos momentos son poderosos, como renovar tus reservas de energía, organizarte internamente y estar más atento a los demás.

Sally Blount, decana de la Kellogg School of Management de Estados Unidos, incluso aconseja:

“La próxima vez que te sientas atrapado en el trabajo con un problema difícil de resolver, una dinámica de equipo complicada o simplemente te sientas agotado, en lugar de contratar a un consultor, ir a un seminario o tuitear sobre ello, considera irte por dos O tres días para estar en silencio.”

Aunque los efectos siguen siendo esencialmente indirectos y difíciles de cuantificar, el silencio merece una mayor consideración por parte de los directivos y las organizaciones. Por ejemplo, esta cuestión podría incluirse en las negociaciones entre empleadores y trabajadores sobre acuerdos de teletrabajo, productividad y salud/calidad de vida en el trabajo. No se trata de transformar las organizaciones en catedrales ni de proponer medidas que sean efectivas en todas partes y siempre. Se trata simplemente de abrir una perspectiva que, en muchos contextos, parece contener un enorme potencial de oportunidades.

Gilles Grolleau (ESSCA), Naoufel Mzoughi (Inrae), Alexandre Asselineau (Escuela de Negocios de Borgoña)

Con información de Digiday

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