La inteligencia artificial ha evolucionado de ser una herramienta experimental a convertirse en una infraestructura esencial para la creación de contenidos. Desde el innovador uso de IA en el documental Get Back de Peter Jackson en 2021 hasta la polémica reciente en torno a The Brutalist de Brady Corbet, el papel de la IA en el entretenimiento está transformando la industria y, por supuesto, generando intensos debates.
De herramienta innovadora a controversia pública
El documental Get Back mostró cómo la IA puede preservar y mejorar materiales históricos. Al usar tecnología para aislar y restaurar pistas de audio, la obra no solo encantó a los fanáticos de The Beatles, sino que estableció un estándar positivo sobre cómo la tecnología puede complementar la creatividad. De estos casos de uso hemos visto ya muchos. Sin embargo, en 2025, The Brutalist está sufriendo críticas por su uso de herramientas como Respeecher para ajustar diálogos y de IA generativa para imaginar paisajes visuales. A pesar de que los actores consintieron estos ajustes y los diseños finales fueron hechos a mano, la percepción de algunos profesionales o la falta de transparencia en su uso, como creo que ha sido este caso, muestra una creciente desconfianza hacia el uso de IA en procesos creativos.
Esta reacción revela tensiones profundas: el temor de que la IA comprometa los valores artísticos, desplace a los artistas humanos y tenga impactos ambientales. Aunque la realidad suele ser más matizada —como lo demuestra The Brutalist, donde la IA actuó como complemento, no como reemplazo—, los malentendidos y los rumores amplificados en redes sociales pueden desviar el foco de la innovación hacia la controversia.
IA como plataforma, no como finalidad
El caso de Runway, una de las compañías clave en la IA y el entretenimiento fundada hace siete años, ofrece una visión más amplia y constructiva. Según su cofundador, el chileno Cristóbal Valenzuela, la IA no es un fin en sí mismo, sino una infraestructura para habilitar nuevas formas de narración y expresión. Este enfoque compara la IA con inventos históricos como la cámara, que transformaron la fotografía y, también, crearon industrias completas como el cine y la televisión.
En lugar de centrarse en debates sobre si la IA debe o no ser utilizada, Valenzuela invita a reimaginar el potencial de los medios interactivos y personalizados. Por ejemplo, la creación de contenido que responde en tiempo real al espectador o experiencias narrativas dinámicas que borran las líneas entre creación y consumo. Esto representa una oportunidad sin precedentes para los creadores de explorar nuevas maneras de conectar con las audiencias.
El futuro del entretenimiento y los contenidos: colaboración humano-IA
A medida que la IA se integra más profundamente en la creación de contenidos, el enfoque debe estar en cómo estas herramientas pueden empoderar a los artistas, no reemplazarlos. La clave es la colaboración.
El desafío es lograr que estas innovaciones sean percibidas como aliadas de la creatividad, en lugar de amenazas.
En el panorama actual, las herramientas de IA no son inherentemente dañinas ni salvadoras. Su impacto depende de cómo las usemos y de la narrativa que construyamos a su alrededor. En lugar de ver la IA como una amenaza, debemos entenderla como un colaborador, una herramienta que amplía las posibilidades creativas y redefine la interacción entre creadores y audiencias.
Construyendo un ecosistema ético e innovador
El futuro del entretenimiento no radica en limitar el uso de IA, sino en establecer principios éticos claros para su implementación. Esto incluye transparencia en cómo se utiliza, acuerdos justos con artistas y un compromiso con la sostenibilidad ambiental. Solo así podemos aprovechar el poder transformador de la IA sin comprometer los valores fundamentales de la creatividad humana.
En última instancia, el uso de la IA en el entretenimiento debe medirse por su capacidad para enriquecer nuestra forma de contar historias y conectar experiencias humanas. Lo que hagamos con ella definirá el futuro del contenido y, más importante, el papel del arte en nuestra sociedad.
Por Roberto Carreras, Director Senior de Estrategia de Marketing Solutions de LLYC en Europa.
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