La empresa de los hermanos Disney, nacida tras el nacimiento de los grandes estudios de Hollywood, podría haberse derrumbado cien veces. Pionero de comercialización y de los parques de franquicias, Mickey poco a poco se convirtió en el Tío Gilito de los grandes de la industria.
Después de muchos reveses financieros al principio de su carrera en la animación, Walt Elias Disney se unió a su hermano Roy Oliver en la guarida del sueño americano, Hollywood. El 16 de octubre de 1923 fundaron Disney Brothers Studios, rebautizados como Walt Disney Productions en 1929.
Los primeros días fueron caóticos para el tándem, Walt, el director creativo, y Roy, el manager. La empresa se vio sometida a distribuidores sin escrúpulos en un momento en el que las cadenas de cines estaban integradas en grandes estudios de producción y, por tanto, favorecían sus películas. Disney incluso perdió la propiedad de uno de sus primeros personajes, Oswald the Lucky Rabbit.
A partir de ese momento, Walt se aseguraría la propiedad intelectual de todas sus producciones, lo que le permitiría preservar su autonomía creativa y “construir” mundos imaginarios coherentes alrededor del Reino Mágico. Actualmente, Walt Disney Company es el único gran productor de contenidos que sigue siendo independiente y, con una capitalización de mercado de más de 150 mil millones de dólares, se ha convertido en una de las joyas más poderosas de la corona del capitalismo cultural global.
Los desafíos de Disney
Tras salir debilitado de la crisis del Covid, a pesar de haber desarrollado su transmisión Con Disney+, la compañía se enfrenta ahora a los mismos retos que el resto del sector audiovisual. Las cadenas de televisión tradicionales, en particular las cadenas deportivas, antiguas gallinas de los huevos de oro de la industria, pierden dinero; Los hábitos de los telespectadores han cambiado y la mayor parte del sector se ha concentrado en la transmisión e internet, en beneficio de los gigantes de Silicon Valley; Sus estrenos cinematográficos ya no son tan atractivos.
En Estados Unidos, en una sociedad acosada por tensiones culturales, la empresa Disney se debate entre los conservadores, que la consideran demasiado liberal, y los liberales, que la critican por ser demasiado conservadora. Se ha convertido en el objetivo de Ron DeSantis, el gobernador de Florida (donde se encuentra Walt Disney World) que aspira a la nominación republicana en las elecciones de 2024, lo que ha desencadenado una disputa legal. A nivel internacional, los mercados de más rápido crecimiento se encuentran en Asia, especialmente China, donde no se fomenta la distribución de contenido occidental.. Disney también tiene que adaptarse a audiencias de culturas radicalmente diferentes. La empresa ha cometido innumerables “errores”, como representar una familia “modelo” con dos hijos en la era de la política de un solo hijo en China, o mostrar a niños, padres y abuelos divirtiéndose juntos en una sociedad todavía sujeta a jerarquías. generacional.
Finalmente, el desafío más importante para Disney en Estados Unidos e internacionalmente es, hoy como ayer, cultural y creativo: si bien la industria audiovisual es intrínsecamente artística, la compañía no es un coloso irresistible. “Aquí lo importante es el dinero, ¿vale? “(“Aquí, todo es cuestión de dinero, ¿vale”)?
Bohas Alexandre (2016). La economía política de Disney. El capitalismo cultural de Hollywood. 1 ed. Basingstoke: Palgrave Macmillan.
Bohas Alexandre (Ed.) (2019) Les Puissants à l’assaut de la culture. París: L’Harmattan.
Con información de Digiday
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