Como cada año, ya habremos visto miles de anuncios para dar ese regalo perfecto a esa persona importante en un día tan especial como San Valentín. Frase que deberíamos leer con el mayor acúfeno posible porque el significado que tiene hoy este hito poco tiene que ver con su origen, o al menos así lo percibo yo, porque veo mucha propaganda amorosa, pero pocas historias.
Si me lo permiten, aunque muchos ya lo saben, Me gustaría contar brevemente la historia de Valentín (o al menos uno de ellos). Una historia sobre el propósito, la lucha contra lo establecido y, sobre todo, la celebración del amor.
Valentín, un joven sacerdote del siglo III decidió ir en contra de una ley impuesta por su emperador Claudio II el Gótico. Esta ley prohibía a los jóvenes casarse para poder alistarse en el ejército. Para Valentín era totalmente inadmisible y decidió casar a parejas jóvenes enamoradas en secreto, desafiando al poderoso emperador.
Y como ya te puedes imaginar, En toda gran historia hay un final trágico. Valentín fue descubierto y el 14 de febrero fue apedreado y decapitado.
Fiel a su compromiso de celebrar el amor, tuvo el coraje de cerrar su final con una carta dedicada a la mujer que amaba, Julia. Una nota que firmó con “From your Valentine”.
A pesar de su fatal desenlace, Valentín nos enseñó a creer en el amor, pero, sobre todo, nos regaló una gran historia y creo que, hoy más que nunca, es vital recuperar ese gran poder de la publicidad: el poder de crear y para contar historias.
Historias que nos inspiran, que nos hacen reír y que nos hacen llorar, que nos hacen recapacitar, que nos conmueven, que, en definitiva, nos hacen sentir.
Como, por ejemplo, la historia que nos contó Google hace unos trece años. Sin grandes pantallas, sin una producción millonaria, solo una buena historia:
O cómo esta papelería fue capaz de tocar nuestra fibra usando solo papel y bolígrafo.
En un día como hoy, tenemos que ser conscientes de que nuestro negocio, que por cierto, nos encanta mucho, se trata de esto, se trata de moverse. Y tenemos la obligación de poner todo nuestro empeño en ser lo suficientemente creativos para que la gente se enamore de nuestras marcas.
Ser más humanos, entender que la sociedad necesita una historia para salir adelante y que, como todo héroe, Tenemos un gran poder y una gran responsabilidad, que es conquistar de corazón.
Y que, aunque parezca arriesgado, estoy seguro de que aquellas marcas que sean capaces serán las que se queden en este caótico y apasionante negocio. Pero, sobre todo, en la memoria de todos aquellos que están indecisos sobre a quién comprarle qué.
Con información de Digiday
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