Un año más, la recta final del mes de noviembre es sinónimo de Viernes negro. Con esta tradición originaria de los Estados Unidos, pero ahora presente en todo el mundo, a la vuelta de la esquina, las tiendas se llenan de anuncios, promociones y descuentos para incentivar el consumo y dar inicio a la temporada navideña. Un alto nivel de gasto, en definitiva, que no hace más que alimentar la cultura consumista y derrochadora que tan negativos efectos trae consigo para el desarrollo de nuestro planeta.
Por todo ello, en un momento como el actual, en el que la emergencia climática es una realidad y en el que cualquier iniciativa sostenible es recibida con los brazos abiertos, las denominadas viernes verde sigue ganando adeptos. Esta iniciativa verde fue ideada por diferentes ONG y organismos internacionales como respuesta a las compras compulsivas que las marcas y tiendas promueven en torno al Black Friday, ya que, en muchos casos, las personas acaban atraídas por estas ofertas relámpago y empiezan a comprar artículos que no tienen. Realmente no lo necesitas y que, muy probablemente, terminará en tu armario acumulando polvo o en la basura después de un tiempo.
A grandes rasgos, podemos entender esta tradición, fruto de nuestro tiempo, como el día mundial contra el consumo compulsivo. Una fecha señalada en el calendario para aprovechar el revuelo mediático generado y concienciar, aún más, a la población mundial sobre la importancia de comprar productos reciclados, hechos a mano, de segunda mano o en comercios locales.
Hacer pedagogía con este tipo de conductas es fundamental, porque Las consecuencias negativas que trae consigo el ‘Black Friday’, en términos de sostenibilidad y protección del medio ambiente, son numerosas. Por un lado, la más evidente, y es que las compras masivas cimentan la base de la sociedad de consumo, generando así una cantidad exorbitante de residuos que genera un impacto ambiental inmenso. Y, por otro lado, también hay que señalar el daño directo que las marcas causan a nuestro planeta, ya que para vender productos a precios reducidos y mantener el nivel de ingresos, las empresas, y especialmente las de mayor tamaño, recurren a materiales menos sostenibles. y complejo reciclado al final de su vida útil.
Junto con estos problemas, la preocupación en torno a esta causa es especialmente preocupante este año por dos factores muy importantes: en primer lugar, la situación de emergencia climática por la que atraviesa el planeta, cuyas consecuencias están cada vez más presentes en el día a día de las personas, y luego hay que añadir el aumento del consumo de masas, ya que el gasto medio de los españoles subirá un 20% durante el próximo Black Friday, según un informe reciente de Weblotalty.
Por todo ello, el Green Friday se está convirtiendo en una tradición cada vez más extendida y apoyada no solo por las organizaciones, sino también por aquellas marcas preocupadas por la sostenibilidad y el concepto de cero desperdicio en sus prácticas. En definitiva, una herramienta más para enseñar y concienciar a la ciudadanía de que es posible consumir de forma respetuosa con el medio ambiente y satisfaciendo todas nuestras necesidades básicas.
Con información de Digiday
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